Mi despedida al 2018: reflexión
Podría
resumirlo diciendo “¡fue un año de mierda!”, pero la verdad es que no, fue un
año de cambios monumentales, de una renovación profunda, de finales, pero sobre
todo de nuevos comienzos.
Hubo “hasta luegos”, “hasta siempres”, también algún “¡hola de nuevo!”, incluso un par de “hasta nuncas” porque personas que consideraba mi familia un día simplemente decidieron que mi amistad no lo valía, que yo no lo valía. Y, aunque también quedaron mil preguntas sin responder, a los que se fueron les digo: un millón de gracias por dejarme libre.
Este año me
sorprendió con la solidaridad de personas que nunca creí que estarían allí para
mí, las demostraciones de cariño de personas con las que siempre he sabido que
puedo contar: mi familia (¡Gracias siempre!) y también me acerqué de corazón a
personas con las que, aunque no habláramos, siempre habían estado en mi vida.
En los
peores momentos tuve el apoyo y el abrazo que más necesité: el de mi mamá… Y
entre tantos golpes descubrí que decirles a las personas cuánto las quiero o
cuánto las extraño, aún sin decir todas las letras, no es debilidad, es
FORTALEZA.
Ahora que
se termina el año quiero decir que, aunque siempre he valorado a mis amistades
de verdad, hoy les envío un abrazo a aquellos con los que hablo siempre, a los
que a veces “dejo en azul” y con los que hablo una vez al año, pero que saben que
el cariño es igual de real.
Una mención
especial a alguien que, aunque no conozco en persona, me ha demostrado su
apoyo y solidaridad muchas veces y, sobre todo, me ha demostrado que Dios me ha
puesto personas maravillosas en el camino.
A los que
hoy están lejos de mí, les digo que mi mayor meta es volverlos a abrazar y la
mejor noticia es que siento que cada día estoy más cerca de lograrla.
También hay
quienes recién estoy conociendo y que prometen convertirse en personas muy importantes J, pero, sin importar que no se
queden, aprendí DE VERDAD que nadie es permanente ni indispensable en tu vida,
solo tú mismo.
El mayor
cambio que hice este 2018: el cambio de país.
¿Difícil?
Sí ¿Vale la pena? SIN ninguna duda. Fue un paso enorme del que estoy muy
orgullosa y apuesto a que muchos no creían que me atrevería ¡Y aquí estoy!
Todavía tratando de asimilar que lo hice, que lo estoy logrando poco a poco,
que todo es gracias a MÍ.
Cada paso
que doy, cada nueva victoria en este país, por pequeña que sea, me llena de
fortaleza y de ganas de lograr más.
Yo venía a
cumplir el que pensé que era mi sueño… no salió como yo creía, pero era un
cambio que tenía que hacer por mí. Fue duro el principio, pero cuando me caí
tuve la fortuna de tener alguien que, sin saberlo, me sostuvo, me animó y por
eso nunca podré agradecerle lo suficiente.
Además,
tuve la fortuna de empezar en un lugar de gente cálida que me dio la bienvenida
y me hizo sentir en un hogar.
Al
principio pensaba en todo lo que PUDO haber sido, pero luego me di cuenta de lo
maravilloso que ES, porque simplemente comencé a vivir. Mis sueños cambiaron,
yo cambié.
Este 2018 me
atreví a enfrentar retos que nunca pensé que podría tomar y me di cuenta de
que, aunque en algún momento fracase, el haberlo intentado es un paso enorme
para mí.
Los
primeros días solía pensar: “si algo me pasa en esta ciudad, nadie se va a
enterar, nadie me va a ayudar” y, aún peor, “a nadie le va a importar”, pero
resultó que ¡Ya no me importa! Y nunca lo había pensado y sentido con tanta
convicción porque con que yo me importe a MÍ y me ayude yo, me basta y me
sobra.
Este año
empecé a hacer cosas nuevas, cosas que me gustan, cosas que me llenan, empecé a
hacer las cosas que amo. He tenido algunos logros en pocos meses, celebro cada
pequeño paso que doy y lo más importante es que a pesar
de todo lo que pasó, este año siento que soy más feliz y que aún me queda mucho
por lograr.
¡Vamos
2019!
El 2019 será de mayores logros! Tú puedes con todo y más!
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